Hace tanto tiempo que no tiento las plumas o el significado de ellas que temo rondar las letras pero no acertar en el mensaje. De todos modos lo haré, ya que las sedas del abandono sólo caen con movimiento y energía de un alma que pretendo hacer regresar.
Quizás no hayan sido meses de júbilos y fuegos artificiales, incluso las sonrisas se veían forzadas por mis labios casi inertes, pero quiero salir y huir de la melancolía y recuerdos imaginarios, huir de la persona que se mantiene en mi memoria lúcida.
Todas las noches me paseo entre las peligrosas manos de lo irreal e inconsciente, empapándome de lo que más deseo que ocurra, de lo que menos posibilidades acumula.
Me grito a mi misma que le deje ir, pero siempre vuelve, y sólo quiero perderlo del campo de visión, de mi campo de audición, de mi campo de vida.
¿Por qué sufrir así por alguien que ni siquiera te recuerda?
Es tan injusto.
Tanta energía perdida, tantas paradas de ritmo cardíaco, tantas fuerzas por no contarle lo que te ocurre.
Todo está perdido. La posibilidad, la palabra, la esperanza, la ayuda y el disimulo.
Ojalá pudiese añadir a esa lista mi recuerdo.
Tengo esta sensación de locura y delicadeza, es una mezcla explosiva, pero la lluvia apaga el fuego de la mecha. Es la incertidumbre del paso del tiempo, o mejor dicho, del paso de lo que podría haber sido.
Escúchame, todos somos estúpidos y pensamos demasiado en ello, o no.
Quiero esta vez ser yo la que no piensa en las consecuencias y se arrima con fuerza a la lógica, porque hay situaciones en las que la mejor opción no es pensar con la cabeza.
Las luchas culpables con ese protagonista que se repite en cuanto a decisiones.
Una y otra vez se paran a hablar sobre las malas opciones y ridículas incongruencias.
En cuanto discuten saben que ambos dicen lo mismo, porque tú eres tú y el cerebro y la lengua son la misma,
Las lunas parecen ser más oscuras a pesar de que sólo hay una. Sólo una.
Y yo muevo mis dedos bajo las hojas secas, buscando en mi pensamiento la racionalidad. La lógica.
¿Yo? ¿Por qué? No lo entiendo.
Fueron sólo susurros que leían mis ojos. Recurrentes. Sólo algunos días en semana.
Sólo unas pocas horas en el invierno.
Pero ahora todo es distinto y pienso y pienso en las lunas. Y sólo hay una.
¿Por qué pienso en lunas si sólo hay una?
¿Todo ésto por susurros?

¿Qué va a ser de todos nosotros a estas alturas? Cuando los pájaros vuelan, ¿piensan que están tan alto?
¿Piensan?
Me consuela la sensación de que todo se acaba o cambia, pero mientras tanto intento esconderme bajo las rocas más pequeñas. No triunfo en los ámbitos más simples y temo que las plumas negras me rocen los ojos y acabe cerrándolos.
Vaya tortura, ni te imaginas.
Pero me arrastra fuera de mi escondite, dejándome indefensa bajo las ramas muertas.

Fotografía: Homebound

¿Si miras hacia arriba te das cuenta de que todos estamos en el fondo?
Atrapados por la gravedad.
Esposados a caer.
Pero ¿hacia dónde?

Fotografía: Milky Land

Últimamente, y cuando digo esto, me refiero a meses atrás. Pienso en mi y lo que me rodea.
Quiero decir, que todo cambia cuando el tiempo pasa y siempre lo he tenido presente.
Soy una chica realista, pero a veces es difícil evolucionar.
Todo lo que conocías puede esfumarse, personas que te importaban pueden dejarte.
Y duele, claro que duele.
Pero tienes que afrontarlo y dejarlo ir, porque forzar lo que no está vivo es torturarte a ti mismo.
Escucha, esas personas que ya no son quienes eran, que te han olvidado, y tú sientes que no debe ser así, porque eran uno de tus mejores amigos, la persona que más te comprendía en el pasado, que no necesitabas hablar para que supiesen lo que pensabas.
Déjalos ir.
Todo cambia, y no puedes mantenerlos ahí siempre, cuando ni siquiera están.
Ellos te olvidan, hazlo tú.
Y cuando ya no pienses en si podrías haberlo arreglado, te liberarás, dándote cuenta al fin de que ya no tenía salvación.


Las personas temen las habitaciones vacías.
Las personas tienden a esforzarse por mantener las relaciones vivas.
Yo estoy harta de preocuparme por ellas.
Así que estoy aprendiendo a no necesitarlas.
A que sean ellos quienes noten que me pierden y de una vez, intentar salvarnos.

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