Cuando el estrés te consume.
Cuando las nimiedades son obstáculos pagados en horas.
Y tú, tan pequeña, tan débil.
El estrés de consume.
Es curioso y aterrador, como el cúmulo de cosas te hacen explotar.
Como de la furia pasas a la desesperación.
Y te ves de pie entre lágrimas y sin consuelo.
En ese momento te miras en el espejo y sabes a ciencia cierta, que no eres feliz.
Tratas de respirar y calmar al pulso.
Tratas de poner soluciones.
Tratas de continuar.
Y cuando la tormenta parece haber cesado.
Ves a un desconocido que admiras, vestido de ese personaje que tanto adoras, mirandote y sonriendo.
Y ahí te derrumbas de nuevo.
Y sin parar de observarle susurras entre sollozos que le echas de menos, que le necesitas y al final ha vuelto.
Susurras su nombre, esperando palabras de consuelo.
Y ahí, es cuando te das cuenta de que es suficiente.
Sólo un momento de debilidad, sin permitirme uno más.
Me he dado cuenta, de que los que no entienden que simples personajes, simples series de televisión te cambien la vida, no saben nada.
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