A menudo volvemos a recolocar las ideas que se perdieron por esos rincones oscuros, llenos de humedad donde sólo queda polvo y olor a olvido.
Pero a veces una ráfaga de viento mueve las cortinas, y el haz de luz me muestra lo que nunca se ha ido pero parecía haberlo hecho.
Me acerco a curiosear en mis memorias, cerca de la ventana testigo.
Leo las ideas y las sentencias que salían de mi boca. Busco sentido a los bucles negros que marcan cientos de cuadernos, y paso mis dedos sobre la solapa de aquellos que fueron el presente de un tiempo.
Y esa pregunta que nunca estuvo en ese rincón olvidado vuelve a presentarse ante mis ojos, brillando como luciérnagas entre niebla, imposibles de atrapar, pero siempre visibles.
¿Y si hubiese renunciado? ¿Y si hubiese decidido abandonar?
Entonces una figura oculta la luz.
Siempre he estado sola en esta parte, siempre he estado sola.
Pero la sombra se sienta tranquilamente y me devuelve la luz y un sentimiento de silencio que guardar, como si no pudiese volver a decir palabra hasta que el misterioso hombre me lo permitiese.
Habló con voz profunda y calmada, como si supiese quien soy, sin darme explicaciones de cómo había llegado a entrar, como había podido encontrarme.
Las decisiones siempre se toman segundos después de un hecho, dijo, y en los segundos siguientes decides. A veces podemos pararnos a pensar, pero siempre habrá una idea que pesa más que la otra. La respuesta a la pregunta “¿Qué es más triste, renunciar a una historia o a una posibilidad?”, la respuesta puede ser compleja, en realidad lo es, pero para a pensar en que viene primero. La posibilidad es lo que existe en un principio, es la bombilla, es la luz de tu decisión, si niegas, no habrá nada más, verás los árboles más verdes y gastados por el viento, pero jamás podrás contemplar aquellos que se cobijan en la vejez del interior del bosque.
En cambio, si aceptas esa posibilidad, sigues adelante, podrás contemplar la belleza que te habrías perdido, descubrirás aquello que suponías e imaginabas, dándole vida, y entonces ahí comienza la historia.
¿Qué es más triste?
Es más triste renunciar a una historia, porque aunque sea por un segundo, has contemplado todo lo que deseabas. Puede que hayas superado esa opción que te carcomía, ¿Pero no es aún peor abandonar cuando ya has comenzado?
Lo tienes todo frente a ti, y debes retroceder.
Es más triste dejar las historias.
Las opciones son superficiales, las historias profundas.
Y todos sabemos que las heridas profundas tardan mucho más en curarse.

Su silencio inundó mi mente y el olor a olvido se hizo más fuerte.
Supe que me permitía hablar, pero mi decisión fue rechazar tal opción.
No quería tener que abandonar un camino que puede que no pudiese recorrer.

El hombre se puso en pie, cerró la cortina y la oscuridad nos engulló a ambos.
“Las mejores conclusiones siempre son aquellas que hablamos con nosotros mismos, ¿verdad?”
Terminó la frase con una risilla.

Y creo los dos abandonamos el lugar y decidí despertar.

Fotografía: Full of absence

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