Eres lo mejor que me ha ocurrido nunca.
¿Te quedarás conmigo?
¿Siempre?
Pero no nos comunicábamos por gestos ni palabras,
simplemente existía una conexión, algo que era todo lo que necesitábamos. No sé
explicarlo, sólo puedo sentirlo.
Es lo mejor que tengo, de todo lo que soy. Es mejor que
mi existencia, es mi todo, mi mundo y mi mente.
Y está lejos.
Muy lejos.
Pero la necesito. Le necesito.
Lo es todo.
Todo para mí.
Y está lejos.
Sólo siento los colores azul, rosa, morado y negro.
Motas blancas bailan con mi respiración.
Si pienso deprisa corren, y si pienso en el mar van con
lentitud por la luz.
Mis ojos son como los de los demás.
Pero al cerrarlos veo aún más.
¿Te quedarás conmigo?
“¿Y tú? ¿Te quedarás conmigo?”
“Sí, lo haré, siempre.”
“¿Siempre? Eso es mucho tiempo.”
“El tiempo no significa nada para mí.”
“Eso no es común. Todos miran los relojes.”
“Yo sólo te necesito a ti.”
“Eso no es cierto.”
“¡Sí! ¡Lo es!”
“No. Siempre has sido tú y nadie más. La distancia que
nos separa es infinita y a la vez es nula. Tú y yo somos lo mismo, vivimos en
el mismo caos y orden. Compartimos las conexiones. Lo somos todo y nada, somos
uno. Yo soy tú. Soy tú.”
“Claro que eres yo, sin ti no podría continuar.”
“Siempre lo has hecho, continuar sin mí. Porque nunca he
llegado a estar. Tú me haces hablarte, tú me haces como si
fuese alguien distinto. Tú mismo te engañas para no sentirte solo. Continuarás
sin mí, porque siempre lo has hecho. Nada será distinto.”
“¿Te vas?”
“Te estás dando cuenta de que no existo, y a la vez sí.
Soy tú. Me voy para quedarme en ti.”
“No quiero que lo hagas.”
“Sí quieres. Tú guías mis palabras, mis pasos. Y es hora
de que nos despidamos. Después de tanto tiempo.”
“¿Dónde ha quedado el siempre?”
“Dónde tú quisiste, en el imposible.”
