Te paras a pensar y ves, sientes, oyes y respiras las pulsaciones.
La pérdida de la autoestima.
La ganancia en pesadillas.
Pero el remedio es feroz, y el tiempo te atrapa mientras corres.
¿Dónde se encuentra mi ángel vengador o mi demonio benévolo?
Debieron dejarme en el abandono por falta de razones en protección.
Y aquí, desenredo mis dedos para aprender, de una vez, como debo ver con mis manos antes que con los ojos.
Te revuelves en tu oscuridad.
Deja de ser débil.
Y sal de una vez.
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