-¿Me permite este baile, señorita Giliars?
Amelie alzó la vista para encontrarse con el chico de ojos bicolor. Sabía que estaba en el baile porque era hijo del Marqués Slade, pero todo el mundo lo evitaba. Decían que sus ojos eran el resultado de algún tratado con brujas o magia negra.
Me sentía confusa. Me daba miedo tocarle, pero no quería ser desconsiderada. 
Me levanté y acepté la mano que me tendía. "Sólo es un baile" pensé.
Nos colocamos en un extremo del gran comedor, lejos de las mesas y miradas.
Él me llevaba con delicadeza, mientras yo intentaba deslizarme por la sala sin tropezarme con el gran vestido azul celeste.
-Está usted preciosa, si me permite decírselo, señorita Giliars.
-Usted luce realmente apuesto,señor Slade.
-Por favor, llámeme James. Odio como suena señor Slade.
-No me parece adecuado.
-Hágalo cuando nadie pueda oírlo.
Noté como mis mejillas se teñían de un color rojizo, bajé la mirada.
-¿Querría acompañarme a dar un pequeño paseo por el jardín? Al atardecer está realmente hermoso.
Asentí y me cogió de la mano para llevarme a la puerta lateral.
El camino hacía el jardín sólo fue acompañado por el sonido de mis tacones en el suelo de mármol.
Al atravesar las puertas noté el aire fresco en mi rostro.
Miré al chico. Su pelo castaño claro destellaba rojizo por los rayos de sol, su perfil era realmente hermoso, de nariz pequeña y redondeada, labios finos y carnosos. Su piel pálida salpicada por decenas de pecas en sus mejillas.
Y sus ojos. El derecho de un verde esmeralda que hacía temblar a la propia naturaleza, el izquierdo de un azul cielo provocando la envidia del mismo Dios.
Creo que dejé de respirar.
-Señorita Giliars. Espero que no se sienta incómoda.
-No en absoluto.-mentí.
-Se preguntará porqué la he traído aquí.
Me mantuve en silencio.
-Sé que no me conoce. Y creerá que no la conozco a usted, pero esto segundo no puede estar mas lejos de la realidad. Hemos coincidido a lo largo de los años a muchas fiestas, señorita Giliars. Desde los cinco años. Pero jamás he tenido el placer de hablar con usted, no por falta de oportunidades, sino por falta de valor.-respiró hondo sin dejar de mirarme a los ojos.-Desde que era un niño no he podido alejarla de mis pensamientos, y espero que no se sienta incómoda, por favor. Es usted la mujer más hermosa que he conocido y conoceré jamás. Me he armado de valor para decirle esto, no me hes fácil en absoluto. Soy un chico bastante introvertido a causa de mi aspecto. Nadie quiere acercarse a alguien con tiene ojos diferentes, sé las fábulas que corren por el pueblo, señorita Giliars. Creen que traté con brujas, o que mi padre trató con ellas y no pagó los servicios, por lo que maldijeron a su familia, y ese soy yo. 
Escuchaba atenta y totalmente rígida por la tensión.
-Sólo era eso señorita Giliars, que no es poco. La amo desde hace mas de diez años, pero siempre he temido que me rechazara por las historias que corren. 
-Yo no creo en los cuentos.
-¿Entonces cuál es su respuesta?
-Que sus ojos son los más hermosos que he visto nunca y que puedo ver a la vida dentro de ellos bailando con los susurros de su alma.
-Es usted toda una poetisa.
-Sólo me salen contigo, James.

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